La llama olímpica de los Juegos de París llegó ayer territorio francés, en el puerto de Marsella, en una fastuosa ceremonia encabezada por el presidente, Emmanuel Macron, a la que asistieron 150,000 personas y un millar de barcos.
Durante toda la jornada el velero Belem, que había recogido el fuego olímpico doce días antes en el Pireo, paseó sus tres mástiles por las costas marsellesas antes de entrar en medio de la ovación generalizada en el Viejo Puerto de la segunda ciudad del país.
Los organizadores quisieron incluir numerosos símbolos en la ceremonia, con la que quieren relanzar el fervor popular por unos Juegos que todavía no han impregnado a la población.
La jornada soleada acompañó el ambiente festivo y acabó con algo de lluvia lo que propició que se pudiera ver sobre Marsella un hermoso arcoíris.
A bordo del velero, el campeón olímpico de natación Florent Manaudou pasó el fuego olímpico que había viajado en un candil hasta una de las antorcha por las que hará el recorrido hasta París.
El barco, el segundo mayor velero del país, se aproximó a la caída del sol al puerto y fue recibido por la Patrulla de Francia, una formación de cazas que dibujó con humo los aros olímpicos en el cielo de la ciudad, que durante los Juegos acogerá las pruebas de vela.
Un espectáculo pirotécnico acompañó los últimos metros del barco en el puerto, mientras la orquesta filarmónica de la ciudad tocaba las notas de la sintonía que acompañará a las pruebas olímpicas durante los Juegos y sonaba La Marsellesa cantada por el tenor Naestro.
Una vez acostó el barco, Manaudou descendió con la antorcha en sus manos y dio el primer relevo a la atleta paralímpica Nantenin Keïta, la cual se la pasó al rapero Jul, que fue el encargado de encender el pebetero que marca la llegada del fuego olímpico, encendido el pasado 16 de abril en Olimpia.
Los organizadores habían guardado el secreto sobre la identidad de la persona que encendería ese pebetero y se había especulado con que lo hiciera Zinedine Zidane, originario de Marsella.