Al Khor.- Francia jugará la final del Mundial de Qatar, la cuarta de su historia, la primera contra Argentina, tras haber logrado derribar el fortín marroquí con un gol de Theo Hernández a los 5 minutos y aguantar mal que bien el acoso africano hasta que llegó la puntilla de Randal Kolo-Mouani en el 79.

La alegría de la victoria lo puede todo. Qatar presenciará el duelo entre Leo Messi y Kylian Mbappé, las dos estrella del PSG, enemigos el próximo domingo con la tercera estrella para cada selección como recompensa.

La victoria, que permitirá a Francia optar a revalidar el título conseguido hace cuatro años, algo que nadie ha hecho desde el Brasil de los 60, no puede ocultar las carencias defensivas de la campeona, puesta en jaque por un equipo que no destaca por su potencia ofensiva. Ni que su estrella, Kylian Mbappé, parece menos estrella desde hace dos partidos.

El tempranero gol de Theo cambió los papeles repartidos a priori, los franceses defendiendo y Marruecos a la ofensiva, donde no se le había visto hasta ahora.

Como el gol, nacido de un desajuste defensivo de la zaga más sólida, un resbalón de En Yamiq, un mal despeje de Hakimi, un remate acrobático de Theo y Bono sin recursos. Todo lo que hasta ahora había rodado a la perfección para Marruecos se derribó en un instante frente al empuje francés. La confianza, que mueve montañas, dirán unos.

Lo más difícil ya estaba hecho para la campeona. El asediado obligado a salir de su fortín, el plan perfecto para Didier Deschamps que se había rebanado los sesos para fisurar la muralla y que se encontraba con una grieta al poco de empezar.

Obligado a reaccionar, los “leones del Atlas” se lanzaron a la aventura para sacar los colores a la zaga francesa, puesta en evidencia por Ounahi en el 11, salvada por Lloris, y en cinco más tarde por Konaté.

Marruecos acarició el gol, lo intentó En-Nesyri, su mejor argumento anotador en Mundiales, lo procuró Ounahi, a pase de Ziyech, e incluso Hakimi se sumó a la fiesta. Pero no hubo nada que festejar.

Trató de darle brío Regregui a su equipo desde el banquillo, pero fue la salida de Marcus Thuram la que permitió respirar a Francia, que llevó el juego al otro área, la mejor receta para no sufrir.

Pero el sosiego no llegó hasta que en el 79 Kolo Mouani se aprovechó de una jugada de Mbappé, medio disparo, medio asistencia, para derrocar la fortaleza de Bono.

El gol acalló a la ruidosa grada. Marruecos había soñado con estar en lo más alto y tendrá que conformarse con haber sido la africana que más lejos ha llegado, la árabe que mantuvo el orgullo más tiempo en el Mundial árabe.

Pero no fue suficiente para evitar que el título se lo jueguen dos naciones que figuraban entre las favoritas antes incluso de empezar el torneo. Marruecos ya ha escrito su historia. Francia y Argentina, buscarán la suya.

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